Barcelona ha tenido una larga tradición en la organi-
zación de salones y ferias que arranca en la segunda
mitad del siglo XIX, a caballo del proceso de industria-
lización de la ciudad, y tiene como punto culminante la
Exposición Universal de 1888 en el remodelado parque
de la Ciutadella. Aquel hito, símbolo de la nueva etapa
que iniciaba la ciudad, es el preámbulo de una tradición
que sintetiza el carácter emprendedor y la vocación de
apertura de Barcelona. Al mismo tiempo que los cam-
bios de la sociedad industrial arraigaban en la ciudad,
se iniciaba una voluntad de convertirse en punto de
encuentro e intercambio, de favorecer eventos y en-
cuentros que permitieran el diálogo entre lo que ocurría
en Barcelona, en términos económicos y culturales, y
lo que estaba sucediendo en el mundo. Esta obsesión
por estar conectados, por no quedarse aislados de
las dinámicas contemporáneas globales, ha sido una
constante en la historia de nuestra ciudad, incluso en
los años oscuros de la dictadura.
Recuperación de la actividad
Hoy, Fira de Barcelona es heredera de esta tradición; su
actividad se convierte en uno de los motores econó-
micos de la metrópoli y, a su vez, en este punto de
encuentro e intercambio, tan anhelado, entre dinámicas
locales y globales. Fira es importante para la economía
barcelonesa, pero también lo es como exponente de la
vocación de apertura de una ciudad que siempre ha mi-
rado mucho más allá de sus fronteras administrativas.
Realizado el balance de 2015, se refleja una impor-
tante recuperación de la actividad ferial, lo que, sumado
a una mejora de algunos sectores de la economía, ha
permitido que Fira haya tenido los segundos mejores
resultados de su historia. Es destacable, sobre todo,
el crecimiento de los salones organizados directamen-
te por Fira de Barcelona y que están vinculados con
iniciativas industriales y productivas, con la creatividad,
la formación y el ocio.
Aportación a la ciudad
Todo ello hace que la aportación de Fira a la ciudad
y al área metropolitana sea muy sustancial teniendo
en cuenta el periodo anterior. En concreto, según el
estudio elaborado por Esade, que se dio a conocer en
otoño de 2015, estamos hablando de una aportación
estimada de 2.600 millones de euros anuales a la eco-
nomía del territorio, y la generación de más de 40.000
puestos de trabajo.
Barcelona iniciaba la tradición que hoy representa
Fira de Barcelona en unos momentos de cambios eco-
nómicos y sociales; hoy la ciudad también vive inmersa
en una transformación asociada a la globalización. El
reto no es muy diferente, saber poner los instrumentos
generadores de riqueza y prosperidad al servicio de la
gente. El retorno social de la actividad de Fira de Barce-
lona, desde el Mobile World Congress (MWC) al Salón
del Automóvil, tiene que permitir fortalecer el papel
crucial que juega esta institución al servicio de la ciudad.
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Presentaciones
Motor económico de la metrópoli
Ada Colau Ballano
Alcaldesa de Barcelona
y presidenta del Consell General
de Fira de Barcelona